Tren blindado en el ferrocarril Peñarroya-Puertollano
Fuente: vehiculosblindadosdelaguerracivil.blogspot.com
Hace
un año hablamos de una epopeya relacionada con el tren blindado nº 8 en
la línea ferrea Almorchón-Belmez, de la importancia relativa que tuvo
este tipo de tecnología militar durante la Guerra Civil Española, sobre
su utilización propagandística por parte de las autoridades republicanas
así como el uso alternativo y tragicómico que le dieron las tropas que
montaban en él.
Pero
la historia de los trenes blindados republicanos en el Guadiato no
finaliza en el ancho ibérico. La vía estrecha que surcaba nuestra
comarca desde Fuente del Arco hasta Puertollano pasando por
Peñarroya-Pueblonuevo también tuvo su tren blindado equivalente, aunque
de menor fuste, como comprobarán más adelante.
Desde el mes de Octubre de 1936 muchas vías de comunicación que conectaban el Valle del Guadiato con el Valle de los Pedroches y el Valle de La Serena respectivamente quedaron interrumpidas por los frentes de batalla. Éstos, con leves idas y venidas de varias decenas de kilómetros, permanecieron prácticamente inalterados hasta el final del conflicto. Entre las infraestructuras afectadas por la guerra, el ferrocarril Peñarroya-Puertollano tampoco fue la excepción.
En
una guerra moderna de conquista, como lo fueron todas hasta la primera
mitad del siglo XX, los mandos militares se afanaban por dominar, en
primer lugar, las áreas industriales y mineras, por su indudable interés
estratégico en el sostenimiento de de la capacidad bélica. En segundo
lugar, el objetivo era control de las comunicaciones, donde destacamos
puertos, aeropuertos y ferrocarriles, como soporte logístico fundamental
desde el punto de vista táctico.
Tras
el triunfo del golpe de Estado en la ciudad de Córdoba y tras el fracaso de la ofensiva llevada a cabo por el Ejército Republicano desde Alcolea y la sierra en Septiembre de 1936, los mandos
militares franquistas fijaron rápidamente su atención nuestra comarca,
dada la envergadura de sus recursos mineros, la existencia de una
industria pesada y nudos de comunicación importantes como el eje
ferroviario Peñarroya-Belmez. En seguida comenzaron a elaborar un plan
para invadir el Norte del Córdoba, atacando el Guadiato primero para
virar posteriormente hacia el Valle de los Pedroches.
Así
las cosas, en el mes de Octubre de 1936 las tropas franquistas habían
completado prácticamente la ocupación del noroeste de la provincia. Tras
unos meses de estabilidad en los campos de batalla y reorganización de
los ejércitos, en Marzo de 1937 el bando sublevado inicia una ofensiva
general para tomar la comarca del los Pedroches, ofensiva que fue
frenada en las puertas de la localidad de Pozoblanco un mes más tarde.
Finalmente, los frentes quedaron fijados con leves diferencias en los
límites administrativos actuales entre ambas zonas. Y así permaneció
hasta prácticamente en el final del conflicto.
En
estas circuntancias, tras la ofensiva y contraofensiva posterior, la
línea Peñarroya-Puertollano quedó muy afectada y literalmente partida en
dos. El sector franquista abarcaba desde Fuente del Arco hasta la
estación de Cámaras Altas, en total 90 Km. de vía estrecha. Por su
parte, el sector republicano cubría 140 km., desde San Quintín y
Puertollano hasta la estación de Minas del Soldado. La estación de
Peñas Blancas quedó, por lo tanto, en lo que en el argot militar se
denomina como tierra de nadie.
Estación de Peñas Blancas, en la actualidad
A
partir de entonces, la línea o, mejor dicho, las líneas, fueron
militarizadas. El servicio de transporte de viajeros y mercancías
comenzó a funcionar con normalidad, una normaliad únicamente
interrumpida por los convoyes de tropas y de material bélico para los
diversos frentes.
La
idea de construir un tren blindado en esta línea se le atribuye a
Joaquín Pérez Salas, legendario Teniente Coronel del Ejército
Republicano y famoso tanto por su arrojo en el campo de batalla como por
su capacidad en el uso táctico de la artillería de campaña.
La mayor parte del material
de tracción y rodante quedó en la parte republicana, entre Puertollano y
Ciudad Real, producto de una oportuna retirada, mientras que el
tramo franquista era deficitario en cabezas tractoras, razón por la cual
decidieron traer material ferroviario de otras líneas como es el caso
de los tranvías de Málaga.
Probablemente,
la existencia de otros trenes blindados en líneas próximas, como el nº
8 de Almorchón-Belmez y un excesivo stock de locomotoras en la parte
republicana de este ferrocarril influyeron decisivamente en la
construcción de un tren blindado de vía métrica.
La locomotora elegida para este fin fue la número 22 de la SMMP, máquina-ténder del tipo 140, fabricada en La Meuse, Francia, en 1927.
Según la descripción que reza en el libro "Los trenes blindados españoles" (Jacinto M. Arévalo Molina, editorial Trea) "a la locomotora se le añadió una gran cabina o garita en la parte delantera o traviesa, construida a base de gruesas chapas de hierro. En esta estructura se instalaron varias ametralladoras, tal vez dos o tres. Delante de la locomotora iba un vagón plataforma con sacos terreros, formando una especie de nido de ametralladoras".
El
tren blindado de vía estrecha tuvo su base en la estación de Pozoblanco
y su vida no fue tan azarosa como la del nº 8 en la
Almorchón-Belmez. Del mismo modo, tampoco se ha recogido que
participara en ninguna acción militar de importancia durante el periodo
1938-1939. Las fuentes militares consultadas demuestran que la
zona por la que discurría la línea republicana se mantuvo relativamente
"tranquila" hasta el final del conflicto. Por lo tanto, es de suponer
que fuese utilizado en labores de vigilancia y, cómo no, con fines
propagandísticos.
Aunque durante la trayectoria operativa de este tren se elaboró un proyecto más serio de blindaje del mismo, éste nunca llegó a ser desarrollado.
Al final de la guerra se procedió a desmontar el blindaje de la locomotora. La número 22 recuperó entonces las funciones para las que fue empleada, antes de la guerra.
A
diferencia del tren blindado nº 8, del que se conserva la máquina
diesel en el Museo del ferrocarril de Madrid-Delicias, no quedan restos
de este "castillo ferroviario" de vía estrecha. La nº 22 fue
finalmente desguazada en 1968, dos años antes del cierre de la línea.
Verdaderamente y dicho en nombre de la humanidad, hubiese sido deseable que estos ingenios jamás hubiesen existido. No obstante, una vez asumida la inevitabilidad de los acontecimientos históricos, al menos si debemos hablar de ellos como un elemento de medida más de la capacidad destructiva de las personas que pasaron por aquí hace más de 70 años e incluirlos en el estúpido e inútil bestiario de acero que ha producido nuestra historia negra.
Dedicamos esta entrada a la memoria de Don Gabriel Márquez Sepúlveda, testigo directo de aquella barbarie y que nos desveló la verdadera historia del tren blindado nº 8 a su paso por el Guadiato. Descanse en paz.
Más información sobre los trenes blindados en el Guadiato durante la Guerra Civil Española en el blog de la Asociación La Maquinilla